Confesión cobarde.
A veces me
pregunto,
desesperada,
si no sería
preferible una vida
mirando tus
rodillas,
antes que
este morir de pie
tropezando
fatalmente en todos los escalones que suben al cadalso.
* * *
Destino.
Vida mía,
el hilo
que ata mi destino al tuyo,
lazo que
aprieta impasible mi garganta,
lo preparó
Cloto,
Láquesis lo
tensó
y,
riendo por
no saber hacer llorar su cuenca seca,
lo cortó
Átropos sentenciándome a muerte.
* * *
Notas III.
Al final
solo quedo yo,
con una
ganas insanas de autodestruirme.
No puede
preocuparme haber montado en un autobús estropeado
porque no sé
adónde voy.
Yo también
preferiría estar contigo siempre,
pero soy yo
la que me acompaña.
Paracetamol
con café y porros con cerveza.
Prefería
cuando mi ansiolítico era tu piel
y no este
cóctel de drogas que produce risas enlatadas.
No quiero
probar pastillas de esa que aseguran quitar las ganas de morir,
imagínate
qué adicción.
A ti no te
venden en farmacias.
Lo malo de
la huida es cuando echas a correr sabiendo que no hay un lugar para esconderse
que sea mejor que el pasado.
La gente se
quiere y eso está bien,
aunque
nosotros no lo hagamos.
Las bocas
que sirven para besar tienen más experiencia matando.
* * *
Domingo
14:19.
Lo
diré solo una vez
con
la boca pequeña
y
los ojos tapados.
No
lo repetiré nunca más,
no
miraré mis palabras,
ni
leeré este escrito en voz alta.
Negaré
que el brazo que une
la mano rasgando el papel
y el cuerpo que llora
es
mi propio brazo,
como
mío es el corazón sintiente
y
silente el pecho.
Haré
oídos sordos a la soledad que me puebla,
al
temblor que lleva tu nombre
y
me estremece.
Guardaré
estas letras
en
el volcán dormido de aquello que más me asusta:
(junto al miedo a encontrarte de nuevo)
(junto al miedo a no encontrarte jamás)
a
veces dudo si tal vez me arrepiento de quererte,
y
me odio.
* * *
Nacen muertas por tu ausencia mis palabras.
…no
las palabras
no hacen el amor
hacen la ausencia”
Alejandra Pizarnik
Te pienso de
manera inevitable,
como un pez
al que separan de todo lo que conoce
y antes de
morir,
antes de que le arranquen las entrañas,
abre la boca
buscando oxígeno
y no
encuentra nada.
Yo también
abro la boca desesperada:
solo salen
palabras,
y no
encuentro nada.
Las
palabras,
inutilidad
humana,
invento
fracasado,
casi nunca
dicen nada.
Mis
palabras,
siempre
sirvieron de poco,
aunque
apenas hablo
y escribo a
lo loco.
Yo te
prometí amor eterno,
juré que
toda tu vida
sería una
fiesta a mi lado.
Creí en ello
como el
inocente pájaro que se siente volver a casa
entrando en
las fauces del lobo.
Mas no
tuvieron validez mis palabras.
Pensé: te
amo, dije: te amo.
No tuve
miedo
solo una
sorpresa que debía alarmarme la voz
y no lo
hizo.
Ahora,
doliente
dolorida
kamikaze
dolorosa,
pienso: voy
a morir de amor
digo: este
amor me castra
y tampoco
sirve de nada.
Ni siquiera
cumplirían su función
mis palabras
si una única
persona me escuchara,
porque
existe el oído,
tal vez la
comprensión,
pero yo
hablo
hablo
y no
pretendo nada.
Pronuncio: te sé cierto
mas no
encuentro tu sabor en mi boca.
Sucede que
por sinceras
nacen
muertas mis palabras.
Se me
aparece un Cuervo
una Urraca
un Buitre,
queda obrado
el milagro:
doy a luz
desde mi vientre putrefacto,
mi lengua
podrida engendra letras
que ya ni
viven
ni me curan.
He
descubierto
tras
aprender el silencio
por instinto
de supervivencia,
que las
únicas palabras verdaderas son las de la mentira:
crean
universos imposibles
que añoramos
porque no existen.
Por tanto
yo,
por precaución
y sabiendo que
te amaré toda mi vida,
no volveré a
pronunciar tu nombre.