sábado, 30 de diciembre de 2017

Flotar.

"decir de vez en cuando ‘necesito salir de aquí’
y apuntarnos con el dedo índice y el medio a la cabeza 
con dos al corazón 
y el pulgar al grito en el cielo 
y no disparar" *

Sé qué día de la semana es
porque lo pone en mis antidepresivos,
pero no consigo que me digan cuándo dejaré de estar tan triste
ni por qué.

En el fondo del pozo
se mezclaron mis lágrimas con la mierda
y quedé atrapada en unas arenas movedizas
en las que no reconocía como mío
este cuerpo que se ahogaba.
Asustada, respirando un fango agobiante
que olía a llanto, sudor y a putrefacto.
Quedé paralizada y fallecí mil veces
hasta que al fin dejé de luchar y descubrí,
sin creerlo todavía,
que así,
quieta y muerta,
comenzaba a flotar.
Descubrí,
mejor tarde que nunca,
que debía aceptar el cambio de planes,
morir y, quién sabe si algún día resucitar
con la sorpresa de haberme acostumbrado al aire fresco
sin recordar cuándo fue la primera vez que sonreí.

En el limbo entre la vida y la muerte,
manteniéndome en el mundo onírico de los sueños que me quedan por cumplir,
decidí que si el tiempo lo cura todo,
qué no sanará el espacio.

Pongo distancia, por tanto, entre quién quiero ser y todo lo que me retiene,
y me voy,
por fin,
con todas las dimensiones a mi favor.

*http://escriboporembargo.blogspot.com.es/2012/11/aunque-no-sea-yo-abre.html

jueves, 21 de diciembre de 2017

El peor de todos los males.

Pandora me invitó a comer.
Me sirvió, sonriendo,
un bizcocho relleno
de todos los males
y se me quedó la esperanza
en el fondo del estómago.

Vomito y vomito,
pero al final solo escupo bilis,
y aunque se le parece
por el regusto que deja en la boca,
no es lo mismo.
Es quizás un poco más dulce
menos corrosiva,
la bilis, digo;
en cambio la esperanza,
también verde,
solo me produce úlceras.

martes, 12 de diciembre de 2017

10:28 am de un martes.

El mundo amanece de nuevo,
el sol comienza su baile en el horizonte
y una vez más con su suicidio amenaza,
como el eterno ir y venir de Caronte.

Yo nací un día frío como éste,
quizás por eso nunca aprendí a abrazar.
Sé más de rubores por vergüenza
que de amores que llegaron por azar.

Nunca he tenido muchas certezas,
jugué a la confianza como a la ruleta rusa,
apreté el gatillo pocas veces pero fatales,
de mi propia vida me proclamé exclusa.

"Entre todos la mataron y ella sola se murió".
Destrozada por la adversidad tomé una resolución:
con el puñal entre tus dientes me di el golpe de gracia
rezando por haber llegado al punto de inflexión.

Ahora con mi sangre bajo las uñas
pido no mancharme con la vuestra las manos,
que si me quieren sea sin hacerme daño
y ser un poco menos frágil todos los veranos.