miércoles, 16 de agosto de 2017

Has vuelto a la ciudad.

Has vuelto a la ciudad
y no me has escrito.

*       *       *

Recuerdo los paseos infinitos,
a las calles dándose el esquinazo
antes de llegar a su destino,
serpenteando a destajo.

Las cuestas subían abajo
y confundidas bajaban arriba.
No le importaba al mapa un carajo
el cansancio de esta vida.

Las piernas y pies tropezaban
con las velocidades dispares
-riendo sin caer se tropezaban-
de nuestros distintos andares.

En las ventanas los girasoles
velaban nuestra andadura.
Se llenaba el atardecer de colores
negando la noche oscura.

Tu pelo brillaba almohadillado
como una nube que incuba al sol
como un destello rubio despeinado,
temblorosa llama de un farol.

Caminaba a tu lado perdida
por senderos conocidos de hace tiempo
porque desde tus ojos se me ofrecía
un mundo nuevo y atento.

Acuno este recuerdo para mí
(yo no sé si tenga amor la eternidad).
Paseaba de tu brazo por Madrid,
qué rápida fue la felicidad.

*       *       *

Has vuelto a la ciudad
y yo solo quiero contarle a quien quiera escucharme
lo mucho que me gustaba
pasear colgada de tu brazo.

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