martes, 14 de marzo de 2017

Proceso.

Los ojos de gacela corriendo,
las lágrimas de querer seguir sufriendo.

   *     *     *

Te habría acompañado al mismísimo infierno si no tuviera miedo de que únicamente retornara uno de nosotros.

   *     *     *

Me limpio con agua clara, dulce y ardiendo
para desatascar el llanto
para alejar los daños.

   *     *     *

Y aún así
cuando antes de salir a la calle miro al sol,
no me maquillo los ojos
por si,
en el momento más feliz del día
las marcas del recuerdo quieran tiznarme el rostro.

   *     *     *

Soy lo que siempre fui:
dos ojos, dos manos, un cuerpo, estómago y un corazón.
Fue la ebriedad del amor la que me hizo verme doble.

   *     *     *

Sonrío,
y a cambio el cuerpo me duele porque no lo salvo de tu ausencia.

   *     *     *

Antes sabía estar sola, ahora me cuesta estar sin ti.

   *     *     *

Dos veces he pasado frente a tu casa,
dos veces he oído la llamada en mi pecho y no en tu puerta.

   *     *     *

Podría vivir hazañas maravillosas
aventuras prodigiosas
historias magníficas

y al acabar,
si me preguntaran,
solo contestaría que estuve echándote de menos.

   *     *     *

Hay sobre tu cuerpo una silueta de tiza blanca.
Es mi cuerpo.

sábado, 11 de marzo de 2017

15:58, exceso de todo.

Visto la piel salada
desde que no conseguí saltar el acantilado
sin caerme;

entre ahogarme y destrozar mi cuerpo contra las rocas,
mi muerte favorita comienza por despedirme.

2. Sobre la incondicionalidad.

Que tu falda era tu blusa;
que tu corazón, su casa. 
Se equivocaba. 
Rafael Alberti


Lo sorprendente de la incondicionalidad
es justamente eso,
que tatúa un 'siempre' donde antes vivieran las dudas,
y sin orden ni concierto,
se construye un hogar en los muros de carga de mi cuerpo.

Lo bueno de la incondicionalidad
es justamente eso,
que es escalera a la que agarrarse cuando no hay red,
y sin arnés ni miedo
miro hacia abajo miro hacia arriba y solo encuentro tu sonrisa.

Lo malo de la incondicionalidad
es justamente eso,
que siendo escalera y muro de carga,
y aun sin escrituras ni peldaños,
no puedo esconderla en la maleta del futuro que nunca tuvimos,
y olvidarla.