lunes, 8 de agosto de 2016

Estudio sobre la viscerabilidad.

(No leo lo que escribo porque me da vergüenza echar de menos)


Surgen los problemas 
de donde sólo había animales.
Hay mentiras nacidas de miedos,
que vienen de la herencia cultural cinematográfica.


Gorras por la noche, gafas de sol en bares
contradicciones cada vez más duras,
querer querer y no a quien se quiere
no poder odiar pero/aún mantener la distancia.


Alguien miente al otro lado del hilo rojo
las leyendas ya no palian la incertidumbre 
cuando es la autoculpabilidad la que te impide comprender,
y no las barreras de papel.


* * *

La gente sigue cogiendo aviones por amor,
y yo por huida.

El cariño se cultiva con un límite y al tope caduca,
parece,
quieren hacer parecer
/
que algo tan tocable es elegible
tan suave es creado,
que la caricia de las yemas de mis dedos en su alma
es caduco.
No puede ser, sino caduco.

Y el afecto
/
debe ser
(digo yo, cómo no, dónde hay dudas,
yo no las siento)
en realidad perenne.

En Realidad,
perenne.

* * *

Nunca sé dónde está la diferencia
entre extrañar a alguien
o echar de menos lo que te han hecho sentir.
Pero siempre he sabido localizar el miedo,

es fácil,
es mi placenta.


Mil besos que se pierden en lo racional
hasta ser contacto entre saliva y lengua,
y no besos,
choque entre dos mundos,
y no besos,
diálogo y discusión
batalla y preguntas
y no besos.



Pero la risa
(la risa)
es visceral.

1 comentario:

  1. Maravilloso poema! Cuanta verdad hay encerrada entre las lineas de un puñado de versos, que pugna por liberarse y alcanzar nuestras conciencias. Tiempos difíciles nos han tocado vivir.

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