viernes, 17 de junio de 2016

"Elevado ingenio en saber morir."

La última vez que vine
dejé entornada la puerta de la sala de estar triste
y cerrada la ventana de salir a respirar.
Ahora que vuelvo a estar dentro
no sé si la puerta está entreabierta
o tiene colgado un cartel de "no molestar".


Las trampas de siempre por fin se reconocen como zancadillas,
el precio a pagar sólo fue la decepción
el golpe en la cara
el grito sordo
la presión en la mandíbula.

El resultado sólo fue la caída en una montaña de huesos propios que se clavan con condescendencia en los órganos aún vivientes.


Cada paso que doy pretende alejarme de mí,
como si mis pies en vez de fango tuvieran alas
y la piel recolocara mis rasgos hasta poder reconocerme.

Cordialmente he evitado las palizas de cortesía.
La confianza activa el instinto suicida.
Manifiesto un elevado ingenio en saber morir
mal, triste y a ratos
aunque no siempre sola
a veces me echan una mano
a mi mano
otras veces otras manos 
no pueden salvarme del precipicio.


*  *  *

Yo, que he querido hacer cosas buenas,
sólo he podido comportarme bien,
como si el camino de lo malo conocido
fuese más seguro que el bosque
de lo bueno por conocer.

No hay comentarios:

Publicar un comentario